
Al derretirse el hielo polar, no solo cambia los niveles de los océanos, cambia el planeta Tierra, según nos dice un estudio de Harvard publicado en Geophysical Research Letters.
A medida que el hielo glaciar de Groenlandia, la Antártida y las islas árticas se derrite, la corteza terrestre debajo de estas masas se deforma, un impacto que puede detectarse a cientos y, quizás, a miles de kilómetros.
“Los científicos han trabajado mucho directamente debajo de las capas de hielo y glaciares,” dijo en un comunicado la doctora Sophie Coulson del Departamento de Ciencias Planetarias y de la Tierra de la Universidad de Harvard. “Entonces sabían que definiría la región donde están los glaciares, pero no se habían dado cuenta de que era algo a escala global.”
Cuando analizaron los datos satelitales sobre el derretimiento de 2003 a 2018 y estudiaron los cambios en la corteza terrestre, Coulson y sus colegas pudieron medir el desplazamiento de la corteza horizontalmente. La nueva investigación encontró que en algunos lugares la corteza se movía más horizontalmente. Además de la sorprendente extensión de su alcance, señaló el informe de Nature, esta investigación proporciona una forma potencialmente nueva de monitorear los cambios modernos en la masa de hielo.
Para comprender cómo afecta el derretimiento del hielo a lo que hay por debajo, Coulson sugirió imaginar el sistema a pequeña escala: “Piense en una tabla de madera flotando sobre una tina de agua. Cuando empuja la tabla hacia abajo, tendrá el agua debajo moviéndose hacia abajo. Si lo levanta, verá que el agua se mueve verticalmente para llenar ese espacio.”
Estos movimientos tienen un impacto en el derretimiento continuo. “En algunas partes de la Antártida, por ejemplo, el rebote de la corteza está cambiando la pendiente del lecho rocoso debajo de la capa de hielo, y eso puede afectar la dinámica del hielo”, dijo Coulson.
La Tierra sigue reponiéndose del final de la última edad de hielo
El derretimiento actual es solo el movimiento más reciente que los investigadores están observando. “El Ártico es una región interesante porque, además de las capas de hielo modernas, también tenemos una señal duradera de la última edad de hielo”, explicó Coulson. Una capa de hielo cubrió una vez lo que ahora es el norte de Europa y Escandinavia durante el Pleistoceno. Comenzó hace unos 2,6 millones de años y terminó hace, aproximadamente, 11.000 años. “La Tierra en realidad todavía se está recuperando del derretimiento del hielo.”
“En escalas de tiempo recientes, pensamos que la Tierra es como una estructura elástica, como una goma, mientras que, en escala de tiempo de miles de años, la Tierra actúa más como un fluido de movimiento muy lento.” Dijo Coulson, explicando cómo estas nuevas repercusiones llegan a superponerse a las reverberaciones más antiguas. “Los procesos de la edad de hielo tardan mucho, mucho tiempo en desarrollarse y, por lo tanto, todavía podemos ver resultados de ellos hoy.”
Las implicaciones de este movimiento son de gran alcance. “Comprender todos los factores que causan el movimiento de la corteza es realmente importante para una amplia gama de problemas de las ciencias de la Tierra. Por ejemplo, para observar con precisión los movimientos tectónicos y la actividad sísmica, necesitamos poder separar este movimiento generado por la pérdida actual de masa de hielo.”
Coulson continúa su investigación como becaria postdoctoral directora en el Laboratorio Nacional de Los Álamos en Nuevo México como parte de un grupo climático que trabaja en proyecciones futuras de capas de hielo y dinámica oceánica.
Fuente: Europa Press
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