La economía azul, concepto que aglutina todas aquellas actividades económicas que explotan de manera sostenible los recursos acuáticos, ha ido ganando relevancia en los últimos años. La pesca y las industrias relacionadas representan un 0,54% y un 2,9% de los PIBs de Kenia y Tanzania respectivamente según el Ministerio de Agricultura keniano y la Food and Agriculture Organization (FAO).

La industria de desalinización de agua se presenta como un subsector de la economía azul con alto potencial, atendiendo los recursos disponibles y la demanda actual y futura. Kenia cuenta con una costa de 536 km, además de con lagos de agua salada, de los cuales destaca el Turkana con un área de 6.405 m². En 2018 solo el 57% de los hogares kenianos tenía acceso al agua potable según el Ministry of Water and Sanitation, y aunque represente un pequeño incremento respecto a años anteriores aún está lejos del compromiso del Gobierno de alcanzar una cobertura del 80% para 2030. Las tasas de cobertura varían de condado a condado, con una oscilación que abarca de un 24% de cobertura en el condado de Migori a un 88% en el condado de Tharaka-Nithi. En los condados costeros se ha estimado un total de población sin acceso al agua de 1,7 M de personas, sin existir datos del condado de Tana River, y en los ribereños al lago Turkana la población sin acceso al agua se ha estimado en casi 700.000, sin datos acerca del condado de Marsabit. Los primeros proyectos de desalinización de agua aterraron al país en 2019, y se ubican en Lamu, Mombasa y Turkana, y existen proyectos para la construcción de plantas desaladoras en 10 condados más. La gran parte de las plantas construidas, con una capacidad de producción limitada a pocos miles de personas, se alimentan de energía fotovoltaica gracias a las favorables condiciones climatológicas del país. De entre todos los proyectos, destaca el de Mombasa por su capacidad y por la magnitud de la inversión. Se trata de un partenariado público-privado en el que participan dos empresas europeas, una empresa de ellas española, con una capacidad productiva conjunta de 130.000 m³ de agua potable al día.

Tanzania dispone de una costa de 1.424 km, sin contar con lagos de agua salada. La capacidad nacional de producción de agua potable se sitúa en 438,09 m³ anuales para el ejercicio 2018/2019, menor a la de otros países de la región como Kenia, Uganda y Ruanda. Las agencias responsables de gestionar el suministro y el saneamiento de aguas por regiones son las Water Supply and Sanitation Authorities (WSSAs) y, aunque algunas de ellas operan a más del 75% o más de su capacidad instalada, otras lo hacen por debajo del 50%. La tasa de cobertura de agua potable se sitúa en un 60% y NN.UU. estima que el 70% de las enfermedades tratadas en los hospitales tanzanos están relacionadas con la falta de acceso al agua y a su saneamiento.

Tanto en Kenia como en Tanzania, los proyectos de desalinización de mayor capacidad se han planteado en el marco de los Partenariados Público-Privados (PPPs). Los dos países han ido fortaleciendo este marco regulatorio en los últimos 20 años, con leyes como la Kenya Water Act 2002, La PPP Act 2013 keniana, la Tanzania National Water Policy 2002 o la Public – Private Partnership Act 2010 tanzana.

El turismo de costa es el tercer subsector de análisis en este estudio. Las costas de Kenia y Tanzania ofrecen numerosos atractivos turísticos — reservas y parques nacionales marinos, playas de arena blanca y aguas cristalinas, temperaturas cálidas y el legado de la cultura swahili, con una arquitectura y una gastronomía propia —. Las llegadas de turistas internacionales crecieron otra vez desde 2015 tras la disminución de la actividad terrorista en la región, y se situaban en 2019 y previa a la irrupción de la COVID-19 en 2 M pasajeros en Kenia y en 1,4 M pasajeros en Tanzania (2018). El origen de estos pasajeros, según la Kenya Tourism Board y la Tanzania Tourism Board, es de EE.UU., países europeos (Reino Unido, Francia, Italia y Alemania los principales emisores) y países de la Comunidad del África del Este. Si bien la actividad por excelencia de los turistas que visitan estos países es el safari y el avistamiento de fauna salvaje, las actividades de sol y playa representan la segunda razón por la que los turistas visitan Kenia y Tanzania. Además, la combinación de unos días de safari con otros de descanso en la costa es la opción preferida de los turistas que viajan por vacaciones, y los grandes parques nacionales en el interior de los países suelen tener aeródromos que conectan con los destinos turísticos costeros.

Tanzania presenta una diferencia considerable en cuanto al desarrollo de la infraestructura turística según la zona. Zanzíbar cuenta con más de 200 establecimientos hoteleros, de gama alta y propiedad de grupos internacionales, que conviven con pensiones bed&breakfast regentadas por tanzanos. Las islas del archipiélago son sede, también, de multitud de empresas dedicadas al turismo, como empresas de deportes náuticos, de buceo, restaurantes, etc. La costa continental presenta un menor grado de desarrollo de su sector turístico, con hoteles y pensiones más sencillos y con servicios más limitados, y se observa que el norte de la misma tiene mayor infraestructura que el sur.

Finalmente, el estudio también incluye una identificación de oportunidades de negocio que presentan tanto las administraciones e instituciones de promoción de desarrollo nacionales como los organismos multilaterales con presencia en la región. Se destacan diversos proyectos para el desarrollo de la acuicultura tanto en Kenia como en Tanzania, así como las oportunidades generadas por el Lamu Port South Sudan Ethiopia Transport (LAPSSET) Corridor Development, que incluye la construcción de un puerto, zona industrial de procesado de pescado y un complejo de resorts turísticos.

Fuente: ICEX