
La forma en la que drenamos nuestras ciudades y pueblos contamina y erosiona nuestros arroyos y ríos, puesto que el agua que corre y se calienta por los techos y las carreteras transporta partículas y productos químicos dañinos. Los desagües pluviales (alcantarillado) y las tuberías que construimos transportan la escorrentía contaminada, rápidamente y sin tratar, a las aguas río abajo.
Un estudio publicado en la revista “Water Resources Research” ha revelado los detalles de un experimento efectuado a escala de captación durante 19 años para evaluar la efectividad de las medidas de control de aguas pluviales dispersas.
En dos cuencas suburbanas localizadas en Melbourne (Australia) se instalaron cientos de jardines de lluvia que permiten que el agua penetre en los suelos circundantes y sea absorbida por las plantas, y tanques de tormenta para la recolección. Se compararon las condiciones antes y después en los arroyos aguas abajo de los tratamientos, comparando también entre arroyos urbanos degradados y en arroyos boscosos no degradados.
Se concluyó que la recolección y filtración de las aguas pluviales reduce las concentraciones de fósforo, nitrógeno y contaminantes críticos para la calidad de las aguas. Cabe señalar que las reducciones fueron mayores en clima seco y después de pequeñas cantidades de lluvia.
Para lograr una calidad de agua similar a la de los arroyos boscosos no degradados, necesitamos jardines de lluvia y sistemas de recolección que atrapen la escorrentía de casi todos los tejados y caminos río arriba. Lograr eso requerirá reservar espacio cerca de las salidas de las tuberías para introducir los sistemas de tratamiento final y encontrar formas de gestionar el exceso de agua proveniente de tejados o carreteras.
En resumen, el uso extensivo de medidas dispersas de control de aguas pluviales puede revertir la degradación inducida por las aguas pluviales de la calidad del agua corriente, y para lograr la calidad del agua de la corriente de referencia se requiere la retención, el tratamiento y la pérdida de escorrentía de casi todas las superficies impermeables de la captación, con altos estándares de rendimiento.
FUENTE: Universidad de Melbourne
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