Malasia es un país que cuenta con una gran cantidad de recursos hídricos debido a su alta cantidad de precipitaciones, vías fluviales y kilómetros costeros. Sin embargo, esto no ha evitado que el país haya atravesado varias crisis de escasez de agua en los últimos años. La proliferación de zonas industrializadas, así como un crecimiento poblacional que ha duplicado los habitantes del país en los últimos treinta años, hacen que la correcta utilización del agua y la maximización de los beneficios de la misma sea un reto al que Malasia tendrá que hacer frente en el futuro.

El agua superficial en ríos y embalses es la principal fuente de suministro de agua potable en Malasia. El gobierno tiene como objetivo que el 99% de la población reciba servicios de agua limpia y tratada en la década de 2020, un objetivo factible habida cuenta de que la media nacional actual es del 95,5%. En general, el acceso urbano al agua potable es mejor que el acceso en el entorno rural (97,2% vs 93,9%). Los factores geográficos y los intentos por garantizar el suministro han supuesto altos costes en infraestructura, y han provocado que por problemas de presupuesto se produzca una baja cobertura en ciertas áreas rurales.

El estado de la red de infraestructuras es deficiente y anticuado, lo que conduce a la pérdida de agua, siendo esto una de las grandes dificultades a las que se enfrenta el sistema hídrico del país. El Non Revenue Water (NRW) nacional es muy alto, del 35%, y los objetivos gubernamentales de reducirlo hasta el 25% en 2020 no se han materializado. Esta necesidad abre las oportunidades a las empresas con tecnologías solventes para la detección de fugas y la monitorización de los consumos de agua, entre otras. En la actualidad, hay un número importante de empresas malasias con presencia internacional y una larga impronta en el mercado local, siendo también reseñables las empresas internacionales presentes en el país, procedentes, sobre todo, de Asia Oriental.

El consumo de agua per cápita de Malasia es insostenible, con un consumo doméstico de 211 litros per cápita por día. Este problema es motivo de gran preocupación y se ha visto agravado por eventos climáticos recientes, y muy especialmente, por la contaminación indiscriminada de los recursos hídricos. Esta situación lleva ocasionando cortes indiscriminados de agua en los últimos años, y va in crescendo. Existe aquí una nueva oportunidad, pues los operadores de aguas y Estados más afectados son receptivos a contratar por medio de concursos públicos soluciones tecnológicas que permitan prevenir y detectar los casos de polución y sus orígenes, para poner fin a un problema de gran visibilidad e impacto ciudadano.

Los problemas económicos son abundantes en el sector, con dificultades presupuestarias y de financiación para preservar el estado actual de las infraestructuras de gestión del agua. Aquellas soluciones que permitan de forma sostenible ahorrar agua y costes de construcción, operación y mantenimiento, tienen cabida en este mercado, cumpliendo con las limitaciones de participación extranjera en licitaciones públicas de Malasia. En cuanto al tratamiento de aguas residuales y alcantarillado, el segmento va a la zaga de su homólogo de agua potable en términos de desarrollo. Las oportunidades están creciendo en los sistemas de tratamiento terciario, ya que la eliminación de la escorrentía agrícola se presenta como un desafío en el área de tratamiento de aguas. Además, solo 26 de 32 millones de personas reciben servicios de plantas de tratamiento de aguas residuales conectadas al servicio nacional, mientras que el resto de la población depende de tanques sépticos y sistemas de descarga.

La limitada conectividad a las redes de alcantarillado, así como la cobertura finita de esas redes ha obstaculizado el crecimiento en el sector. Sin embargo, existen fuertes expectativas de que esto cambie en los próximos años a medida que se introduzcan y construyan los grandes proyectos de infraestructura de aguas previstos.

Fuente: ICEX