Ahora entendidos como fuentes vitales de purificación de agua, recarga de aguas subterráneas y almacenamiento de carbono, los humedales fueron vistos durante mucho tiempo como áreas improductivas llenas de insectos portadores de enfermedades y buenas solo para drenar para cultivar o cosechar turba para combustible y fertilizante.

El drenaje para la conversión a otros usos humanos de la tierra, como tierras de cultivo y áreas urbanas, además de la alteración por incendios y la extracción de aguas subterráneas, han convertido a los humedales en uno de los ecosistemas más amenazados del mundo.

Estimar con precisión la extensión, la distribución y el momento de la pérdida de humedales es clave para comprender su papel en los procesos naturales y su impacto en los ciclos del agua y del carbono. La falta de datos históricos ha obstaculizado el esfuerzo, obligando a los científicos a hacer estimaciones basadas en recopilaciones incompletas de datos regionales sobre la pérdida de humedales.

En una reconstrucción histórica y única, los investigadores revisaron miles de registros de drenaje de humedales y cambios en el uso de la tierra en 154 países, mapeando la distribución elaborando mapas actuales para obtener una imagen de cómo podría haber sido el área original del humedal en el año 1700.

Descubrieron que el área de los ecosistemas de humedales ha disminuido entre un 21 y un 35% desde 1700 debido a la intervención humana. Eso es mucho menos que las pérdidas del 50-87% estimadas por estudios anteriores. Aun así, los autores estiman que al menos 1,3 millones de millas cuadradas de humedales se han perdido en todo el mundo, un área del tamaño de Alaska, Texas, California, Montana, Nuevo México y Arizona juntos.

«Descubrir que se han perdido menos humedales de lo que pensábamos anteriormente nos da una segunda oportunidad para tomar medidas contra nuevas disminuciones», dijo el coautor del estudio Peter McIntyre, ecólogo de conservación acuática de la Universidad de Cornell. «Estos resultados proporcionan una guía para priorizar la conservación y la restauración».

 

Fuente:  Institute for Atmospheric and Climate Science