
Los micromotores se destacan como una herramienta prometedora para la remediación ambiental al ser capaces de navegar de manera autónoma y realizar tareas a microescala. Están compuestos por tubos de silicio y dióxido de manganeso, donde reacciones químicas generan burbujas que actúan como motores para purificar el agua.
Un equipo de investigadores del Instituto de Investigación Química de Cataluña (ICIQ) ha recubierto estos micromotores con lacasa, acelerando la conversión de urea en amoníaco. Este proceso no solo aborda la contaminación de la urea, un problema común en plantas de tratamiento de agua, sino que también destaca el potencial del amoníaco como fuente de energía verde, al ser convertible en hidrógeno y almacenable como combustible.
A pesar de los desafíos, como la visibilidad afectada por las burbujas, los investigadores han desarrollado un método de aprendizaje automático, permitiendo estimar y controlar los movimientos de los micromotores en el líquido. Aunque se requiere más desarrollo, este enfoque innovador podría transformar las plantas de tratamiento de agua urbanas en productoras de energía.
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